MORELIA: PIZZA A LA PARRILLA
Morelia, franquicia de pizzas a la parrilla oriunda de Buenos Aires, abrió sus puertas en Lima. Un concepto relajado, variado y de buena relación calidad-precio.
La esquina de Atahualpa con 2 de Mayo en Miraflores se suma a la oferta “pizzera” de Lima. Y a diferencia de lo que encontramos hasta ahora en la mayoría de locales, Morelia propone una pizza delgada, crocante y cocida a la parrilla. Tal como hacen el asado en el sur, se puede ver a los pizzeros-parrilleros preparando la masa, cubriéndola con los ingredientes y asándola. Algunos de ellos, vivieron por varios años en Buenos Aires y tomaron la experiencia de cómo tratar el fuego y las brasas. La masa es precocida y la colocan primero por un lado para que se tueste un poco. Luego la sacan, le dan color con los diversos toppings y la colocan nuevamente. Con cuatro o cinco minutos es suficiente para que llegue a la mesa caliente y crocante. El tema es que tiene que consumirse muy rápido porque se enfría al toque. Una opción para mantener el calor sería colocar un recipiente debajo que mantenga la temperatura sin cocinarla.
La que lleva prosciutto, arúgula y mozzarella es especial. También hay una con salmón ahumado y alcaparras, y recomendamos la de hongos variados.
A las pizzas se suman las empanadas hechas en casa, de masa fina, como las de carne picante (muy ligero el ají) y la caprese; y las ensaladas que también van a las brasas. Probamos la de lechugas mixtas y portobello gratinado con espárragos a la parrilla, que es una buena combinación, sin embargo la intensa vinagreta predomina sobre la frescura de los demás ingredientes.
Los precios de los vinos son bastante razonables, aunque la oferta es limitada. De postre no se pierdan los profiteroles rellenos con helados hechos en casa. ¿Un consejo? Hay que bajar el volumen de la atención: el servicio debe ser correcto y amable, más no servil ni de sonrisa exagerada. Eso puede incomodar al cliente y al mozo.
Morelia. Precio: S/. 80 por persona con empanada, pizza compartida, postre y una copa de vino.
Escribe Melina Bertocchi / Twitter: @melbertocchi