MÁS DE 10 LUGARES PARA COMERSE AREQUIPA

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El rocoto relleno de camarones del Qaya.

Escribe María Elena Cornejo (Twitter ‪@MariaElenaCorn2‪) / Fotos Difusión

Agosto es el mes de las fiestas patronales de Arequipa. De veras, los arequipeños festejan todo el mes y no solo el 15 de agosto. Vale la pena entonces darse una vueltita por la Ciudad Blanca y, premunido de algunos digestivos (recuerde que los 2,350 msnm pasan factura más rápido de lo que se imagina), prepárese para hacer su agosto gastronómico sin alejarse más de tres cuadras del tuturutu de la Plaza de Armas.

LA NUEVA PALOMINO

Es el reino de la cocina tradicional encabezada por la varias veces condecorada Mónica Huerta, hija y nieta de picanteras. Ella acaba de regresar de Milándonde llevó solterito de queso, ocopa en batán (también llevó un batán de piedra de 20 kilos de peso), chupe de quinua con camarones, panceta de cerdo en chicha de guiñapo (maíz negro germinado y molido con el que se prepara la chicha) con revuelto de chuño, refresco de papayita arequipeña y queso helado de postre. Todo esto en el marco del Perú Feeds Your Soul! (“alimenta tu alma”) organizado por Promperú. En su reino de Yanahuara (Leoncio Prado 122) puede comer esto y mucho más en porciones tan generosas que le aseguro bastará un plato para quedar satisfechos. Tiene una carta enorme y si llega antes del mediodía alcanzará el “almuerzo”, es decir, el chupe del día y un segundo plato que puede ser ají de lacayote, torrejitas con arroz, revuelto de habas y un largo etcétera.

 

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Chef del Qaya, Fernando Noboa Chirinos.

El Monasterio de Santa Catalina es visita obligada para cualquier visitante (no se olvide de comprar los jabones de perejil que las monjitas siguen preparando en sus claustros). A media cuadra se encuentra Qaya, un restaurante que ocupa una hermosa casona colonial de patio empedrado, paredes de sillar y balcones de fierro fundido. En la cocina está Fernando Noboa Chirinos, entrenado en Aventura Culinaria con Gastón Acurio y luego al frente de la exitosa cebichería Manta que mantuvo por casi una década. En ese ambiente inmejorable, Fernando ofrece cocina arequipeña de propia inspiración. Notable es su causa de camarones en salsa tibia de chupe, el rocoto relleno de camarones con cauche de papas y el picante de camarones de la abuela. Los cebiches son sabrosos (con un toque de leche según el gusto de los locales). La relación calidad/precio es óptima (Ugarte 207 / T. 235-687).

TANTA Y CHICHA BY GASTÓN ACURIO

Al frente mismo del monasterio de Santa Catalina, Chicha y Tanta comparten el portón de ingreso y el patio colonial. Azul cielo el primero, rojo teja el segundo. Adentro es como volver al esplendor del pasado. Si bien tiene un par de ambientes con mesas vestidas de mantel largo, también pone una mesa larga con bancas al estilo picantero. La comida tiene el sello gastoniano de imaginación y calidad. Aunque las porciones son menos abundantes que las de las picanterías, ofrecen el abanico clásico del recetario arequipeño con toques personales y los platos estrella de la cadena. Recomendaciones: tequeños de adobo, sarza de erizos, locro de pecho, almendrado de pato y el excelente cuy al estilo pequinés (Santa Catalina 210 / T. 287-360).

LA BENITA

Una reproducción a gran escala del cuadro Chichera de Teodoro Núñez Ureta sirve de presentación al nuevo local de La Benita en los hermosos claustros de La Compañía. Son siete generaciones las que se han cedido la posta en los fogones. La penúltima, Benita Quicaño, sigue en el local de Characato fundado en 1980; los hijos Roger y Billy Falcón se encargan del sacar adelante el nuevo. El plato más solicitado por propios y extranjeros es el cuy chactado, con el que La Benita obtuvo el Premio Mistura 2012. Los caseritos optan por la ocopa con loritos de liccha, el chaque de tripas o el estofado (Calle General Morán 118, primer patio de los Claustros de la Compañía / T. 992-347-272).

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Es la cafetería más famosa de Arequipa. Creada en 1992 por Verónica Luque y Alberto Muñoz Nájar, Capriccio tiene ocho locales en la ciudad de Arequipa amén de sucursales en Juliaca, Ica y Trujillo. Una de sus estrellas es la línea de helados artesanales, que los ha llevado a crear una gelateria que proveerá a todos sus locales y se inaugura en los próximos meses. Célebre es su torta de chocolate, su tartaleta de fresas y su volcán.  Ofrecen sánguches divertidos como el de rocoto relleno o el de pollo anticuchero, así como ensaladas, pastas y arroces. Recomendaciones: helados de queso helado, de turrón de doña Pepa y de pie de limón; torta de chocolate, crepes vegetarianos (Calle Santa Catalina 120, a un paso del monasterio de Santa Catalina).

SALTEÑAS

Indudablemente la influencia boliviana se manifiesta en la costumbre de comer salteñas a media mañana, gusto que sin embargo no ha desplazado a las empanadas de queso espolvoreadas con azúcar en polvo. Ambas conviven en santa paz y armonía y se expenden indistintamente. Las salteñas más apreciadas son las caldosas estilo boliviano que se preparan en el Roma desde 1965 (calle Álvarez Thomas, ex Ejercicios 219). Más grandes, con más verduras y menos caldo son las de la pastelería La Lucha o Cagalucha como se la conocía antaño (Rivero 213) o en la Salchichería La Alemana (Prolongación Avenida Ejército 527, Cerro Colorado).

EL GAUCHO

Hace 25 años que abrió sus puertas en uno de los portales de la Plaza de Armas y sigue siendo un referente de la cocina cárnica. Lo suyo son las parrillas estilo argentino, con cortes como el asado de tira, el bife de chorizo, el T-bone y el cuadril. Las mayoría de carnes provienen de su fundo El Buen Pastor, aunque para algunos cortes prefieren importar carne americana. Las parrillas vienen acompañadas indefectiblemente con papitas andinas servidas con cáscara y horneadas con orégano. Al centro del local mantienen una generosa estación de ensaladas de las que el comensal puede servirse tantas veces como quiera. Una cava con interesantes etiquetas, sobre todo de bodegas argentinas, y una atención impecable, explican el porqué de la sobrevivencia.(Portal de Flores 112, Plaza de Armas / T. 220-301).

 

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El mejor café de la ciudad está en este hueco ubicado en el segundo piso de una casona colonial. Javier Chávez, el dueño, apostó por el café y el cacao orgánico en todas sus formas. Tanto que en el primer piso instaló una factoría-museo-tienda donde se procesa chocolate, se hacen visitas guiadas y se vendedelicatessen, productos orgánicos y chocolates refinados en piedra de granito. La cafetería se maneja con un concepto relajado, la decoración es de material reciclado, hay wi-fi a disposición de los visitantes y mullidos muebles permiten pasar el tiempo sin que nadie los agobie con exigencias de consumo. La terraza es un plus delicioso. Ofrecen además cervezas artesanales de una variedad interesante (Barbarian, Cumbre, Del Valle IPA, Del Valle Roja con airampo, Zenith de quinua). La mayoría de visitantes son extranjeros e incluso los chicos a cargo de la tienda y la atención solo hablan en inglés. (Calle Santa Catalina 204 / T. 234-572). 

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En pleno centro de la ciudad, casi al frente de la hermosa Plaza San Francisco, este restaurante mantiene en su interior, bajo una bóveda de sillar, una histórica escalera de fierro, cuyo diseño es atribuido a don Gustave Eiffel. El local es cálido y decorado con cariño, en el segundo piso ponen música hip hop apta para el meneo. El Zig Zag ofrece carpaccio, fondue, carnes asadas a la piedra como parte de una propuesta mayor llamada “alpandina” en alusión al origen suizo de sus fundadores. Especial mención merece la carne de alpaca de notable calidad. De los mismos dueños es Crepísimo, un encantador sitio especializado en crepes dulces y saladas. Recomendaciones: carne de avestruz o alpaca asadas a la piedra, fondue de quesos andinos y alpinos y si es época de camarones, también pídalos a la piedra (Calle Zela 210 / T. 206-020).

El artículo fue publicado el 3 Agosto, 2015


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